
Aquella tarde, cuando sólo estábamos tú y yo y comenzó a llover ¿lo recuerdas? Y entre aquella espesura de selva amazónica correteaban los animales, volaban aquellas extrañas aves, y la brisa susurraba entre dientes su lengua desconicida y siniestra. La noche empezaba a caer y el frío helaba nuestros cuerpos. Indecididos, sobresaltados, acordamos cobijarnos bajo aquel gran árbol, junto a aquel manantial, entre todo aquel mundo de fantasías y leyendas que tan diferente era del nuestro...
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